MI VIDA CON ROSÁCEA

Soy Eva, tengo 47 años y padezco brotes de rosácea desde 2009, aunque no fue hasta 2017 que me la diagnosticaron.

Mi piel es muy clara y mixta. En mi adolescencia tuve acné y aunque no era severo, habitualmente tenía granitos y mi piel empeoraba cuando me iba a venir el periodo.

Además sufría episodios de flushing con facilidad tras hacer ejercicio, cuando tomaba algo de alcohol (sobre todo vino tinto) o cuando alguna emoción fuerte me embargaba.

Poco antes de finalizar la veintena, tras probar muchos remedios tópicos, decidí atreverme con la Isotretinoina por recomendación de una dermatóloga y fue mano de santo... Tanto es así, que hasta olvidé que tenía una piel con tendencia acnéica (y aunque yo lo desconocía en aquel momento también con tendencia a padecer rosácea)... y probablemente me relajé demasiado.

Eso sumado a muchos cambios en mi vida, incluida una mudanza a una zona mucho más fría y húmeda, pérdidas de varios seres queridos, diagnóstico de una enfermedad autoinmune: Hipotiroidismo de Hashimoto y mucho, mucho estrés, dieron lugar a la aparición progresiva de pequeñas manchitas rojas y abultadas en mi mejilla derecha. No llegaban a ser granitos como los que recordaba haber tenido años atrás. Y no se terminaban de ir, podían estar en mi cara dos o tres semanas en diferentes grados de inflamación. Dolían y escocían bastante.

Como quería frenar el proceso antes de que fuese a más, acudí a mi médico de cabecera para que me dijese qué era lo que me estaba pasando y si fuese necesario me derivara a un dermatólogo, pero no le dio importancia... Me recetó un tratamiento tópico para el acné que por supuesto no solucionó el incipiente problema. Porque aunque ambas patologías están relacionadas e incluso pueden darse a la vez debido a un origen común, la hipertrofia de la glándula sebácea, en la rosácea se dan factores específicos que hay que tratar de manera específica.

En un par de meses mi piel había cambiado por completo. Las pápulas y pústulas se extendieron a las dos mejillas y a la punta de la nariz y mi zona T tenía constantemente un aspecto enrojecido y deshidratado.

Comencé a sufrir mucho..., porque nadie me daba una solución. Incluidos los varios dermatólogos y centros de tratamiento facial que visité. El maquillaje y los correctores se convirtieron en mis aliados, de tal forma que podía sufrir un ataque de ansiedad si me los dejaba atrás (siempre iban en mi bolso). Mirarme al espejo cuando limpiaba mi piel por la noche era un suplicio... No quería salir de casa. Y este estado de ánimo evidentemente empeoraba una situación que ya de origen tiene un gran componente psicosomático. Era un círculo vicioso.

Unos años más tarde quedé embarazada. Para entonces me había mudado a una zona más cálida y estaba mucho menos estresada, por lo que mis piel se había relajado. Pero los vaivenes hormonales del embarazo desataron de nuevo los brotes.

Tras dar a luz visité a una dermatóloga que, por fin, me indicó que tenía rosácea. El tratamiento que me pautó consistió en aplicación tópica de Finácea (ácido acelaico), aunque meses más tarde cambió a una crema antibiótica llamada Rozex (metrodinazol), y como rutina de cuidado de mi piel me pautó la línea específica para pieles con rojeces LETI SR, que incluía agua micelar, crema anti rojeces con color (SPF25) y serum anti rojeces.

En aquel momento estaba con lactancia materna, por lo que las opciones eran limitadas. Por ejemplo no podía tomar isotretinoina, ni las vitaminas de la línea anti rojeces Leti SR que se aconseja tomar para completar la rutina. Pero lo cierto es que mi piel respondió muy bien al tratamiento combinado, y aunque ahora sé que faltaban líneas de ataque, en aquel momento me sirvió. Por primera vez en años mi piel (excepto la nariz) se veía libre de las dichosas pápulas y pústulas.

Y llegamos al punto en el que me encuentro actualmente: verano del 2023 (momento del año en el que esta afección suele empeorar) y que me ha llevado a comenzar este proyecto, Rosácea.Tips, que tiene como principal objetivo ayudar a visibilizar esta compleja patología de la piel y al mismo tiempo intentar ayudar desde mi experiencia a todas aquellas personas que ahora mismo están buscando respuestas, una solución o simplemente apoyo.

Finales de Junio, comienzan a salirme algunos granitos... Y los que tenemos rosácea ya sabemos que esto suele ser el comienzo de un brote... Fuera lo que fuese lo que lo ocasionase (aunque siempre debemos hablar de un conjunto de factores), sufrí el mayor brote que recuerdo... y eso me llevó a tomar la determinación de buscar una solución definitiva. No quería que la rosácea controlase mi vida.

Busqué información, leí mucho y encontré una clínica dermatológica especializada en el tratamiento para la rosácea que atendía vía online (estaba lejos de donde yo vivo). En ella aseguraban que existe tratamiento para curar los síntomas la rosácea. No existe una sola crema o pastilla mágica, pero sí un tratamiento combinado que mediante diferentes opciones terapéuticas abordan los distintos factores que ocasionan el problema.

Estoy en la primera fase de mi tratamiento pero ya encuentro mejoría. Y lo mejor de todo, estoy determinada a conseguir mi propósito: DOMINAR A LA ROSÁCEA.

En Rosácea.Tips te cuento cómo lo voy consiguiendo. Porque me ayuda a mí y porque sé que también te puede ayudar a ti.

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